Febrero 6, 2020 |
Retos de la transición energética 🌍🌳
Las ciudades representan dos tercios del consumo de energía a nivel global, siendo los edificios los principales responsables de esta cifra y protagonizando así la imprescindible transformación hacia un nuevo modelo energético
Transición energética en las ciudades
Las ciudades consumen más de dos tercios de la energía que se produce a nivel global y generan más del 70 % de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), de modo que deben protagonizar la transformación hacia un modelo energético descarbonizado que limite el incremento de la temperatura media en la Tierra a 2 °C.
Pero, ¿qué tipo de energía consumimos? y ¿para qué la utilizamos? En el caso particular de Madrid, según datos de 2014, la mayor cantidad de energía consumida hace referencia a productos petrolíferos y va destinada prácticamente en su totalidad al transporte, sector que supera el 30 % de la energía consumida. Por otro lado, la electricidad y el gas natural, que protagonizan otra gran parte de nuestro consumo energético, abastecen de energía al sector de la construcción (residencial, comercial e institucional). Los edificios son así los principales consumidores de energía en ciudades, abarcando un 56 % de la energía total consumida en la capital. Este sector presenta a su vez un 40 % de las emisiones de CO2.
Además, de toda esta energía que consumimos en Madrid, solo un 2 % se genera dentro de la ciudad; el 98 % de la energía consumida es importada, al igual que ocurre con la mayoría de alimentos, productos de consumo, maquinaria electrónica, etc. en cuya elaboración también se ha utilizado energía producida en el exterior de la ciudad. Para reducir el consumo energético en la ciudad será necesario aumentar la generación producida dentro de la misma, fomentando el empleo de fuentes de energía locales, ya que su explotación y aprovechamiento supondrá un menor coste medioambiental. Además, estas fuentes de energía deberán centrarse preferiblemente en generación distribuida basada en energías renovables, y de entre las renovables, aquellas de ciclo menos contaminante denominadas energías limpias como la energía solar o eólica.
Respecto al sector transportes, uno de los servicios energéticos predominantes en la ciudad, se ha vuelto imprescindible la necesidad de transformar radicalmente la movilidad interurbana. Para reducir el consumo energético del que es responsable este sector, el vehículo eléctrico puede ser una opción a tener en cuenta, pero la solución no puede limitarse a él. Es necesario también establecer modos de transporte que sean públicos y compartidos, así como desincentivar el uso del coche en la ciudad.
En cuanto a qué medidas tomar dentro del sector de la construcción, que representa más de la mitad del consumo de energía en la ciudad de Madrid, será necesario mejorar la eficiencia energética de los edificios, tanto en la construcción de nuevas viviendas como, especialmente, en la rehabilitación de las existentes. Será necesario integrar las energías renovables en la generación para edificios además de conectar todos estos sistemas de generación sostenible a través de micro-redes urbanas que permitan lograr una gestión distribuida de la energía. En este ámbito, desde principios de los años 90 se está expandiendo el uso de instalaciones fotovoltaicas conectadas a la red eléctrica para la autosuficiencia energética en edificios.
Estas propuestas de cambio se basan en un estudio que apunta hacia la situación de Madrid, y es obvio que distintas ciudades demandan soluciones diferentes en función de su climatología, los recursos naturales disponibles, la trama urbanística o la tipología constructiva predominante. Sin embargo, las soluciones resultantes aportadas serán sin duda los pilares en los que deberá basarse la transformación energética en todas las ciudades, guiando así la transformación energética hacia la sostenibilidad y resiliencia frente al cambio climático.
Con el objetivo triple de acelerar la descarbonización del actual modelo energético, reducir el impacto negativo de los efectos inevitables del cambio climático, y asegurar el acceso a fuentes de energía seguras, sostenibles y asequibles, las ciudades comprometidas en la iniciativa europea “Pacto de los Alcaldes para el Clima y la Energía” han adoptado, entre otros compromisos, reducir en un 40 % la emisión de gases de efecto invernadero de cara al 2030 y promover la adopción de medidas tanto de adaptación como de mitigación. Para este propósito, asumen el compromiso de la elaboración de inventario de emisiones, evaluación de riesgos y vulnerabilidades derivados del cambio climático, así como el desarrollo de planes de acción para la energía sostenible y el clima. En Madrid y en el contexto de este pacto se ha aprobado el PLAN A: Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático de la ciudad de Madrid, donde se recogen acciones y medidas tanto para combatir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar con ello la calidad del aire como para promover actuaciones de adaptación al cambio climático en la ciudad.
Dentro de este plan de acción, la ciudad de Madrid está tratando de modificar componentes fundamentales de su metabolismo urbano en pro a una transición hacia un modelo de ciudad de bajas emisiones. En materia de movilidad, se está trabajando en una reducción de la intensidad del tráfico privado, promoviendo el uso del transporte público además de la movilidad peatonal y ciclista. Se está promoviendo además la inclusión de vehículos de bajas emisiones en las flotas de transporte público. Dentro de la movilidad urbana se está impulsando también la movilidad compartida, la movilidad laboral sostenible y la innovación y eficiencia de los procesos logísticos urbanos. En cuanto al sector energético, se están impulsando medidas para fomentar los sistemas de climatización eficientes de bajas emisiones, la generación distribuida y el uso de energías renovables, interviniendo en edificios e instalaciones municipales con intención de mejorar su gestión energética.
Está claro que las ciudades deben asumir un papel de liderazgo en la acción climática, emprendiendo acciones tanto para adaptarse a los efectos negativos inevitables derivados de la modificación de las condiciones ambientales como para reducir su contribución a las causas del cambio climático.
Conciencia ciudadana
Sin lugar a duda el cambio climático es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad. Cada año se están observando mayores incrementos en la temperatura media del planeta Tierra. Además, la influencia humana sobre el sistema climático es clara e inequívoca.
Las ciudades impactan de una manera alarmante en el medio ambiente: el 70 % de las emisiones se pueden atribuir directa o indirectamente al consumo de bienes y servicios dentro de estos entornos, siendo cada uno de nosotros los principales responsables de estas emisiones. El agua caliente, la electricidad y los combustibles de calefacción generan el mayor impacto: de media el 34 % de nuestra huella de carbono. El 26 %, una cuarta parte de nuestro impacto, se atribuye a nuestros hábitos de alimentación, siendo en gran parte consecuencia del elevado consumo de proteína animal. Al transporte privado y colectivo le corresponde el 10 % de las emisiones. El 30 % restante se asocia a otros bienes y servicios que consumimos de manera cotidiana.
Tenemos que integrar en nuestras decisiones de compra criterios de sostenibilidad y conseguir que los gobiernos actúen de manera ejemplarizante. El reto del cambio climático requiere que todas las personas seamos conscientes del impacto ambiental de nuestras decisiones. Es necesario por tanto un cambio de mentalidad en el uso y consumo de los recursos energéticos, concienciándonos sobre la cantidad de energía que consumimos y responsabilizándonos en pro a su reducción. Cuanto más lo demoremos, más lejos estaremos de lograrlo y la emergencia climática no espera.
“Entire ecosystems are collapsing. We are in the beginning of a mass extinction, and all you can talk about is money and fairy tales of eternal economic growth. How dare you?”
Greta Thunberg